La sangre es un hijo rebelde,
todo su deseo fuera escapar.
Se asoma al balcón de los pulmones,
coquetea con el galán malvado del frío.
Se disfrazó de rencor y de tesoros,
se disfrazó de hierro y fuego y sangre.
Su calor se alimenta de otros.
Su calor se asoma a los ojos,
llena de vergüenza las mejillas,
sangra en el momento menos pensado.
Siempre está jugando por la casa,
pero no consentirá volver
a su hora.
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