Si hay esfuerzo no hay paciencia.
La paciencia es consecuencia del lugar.
El lugar es consecuencia del ser.
El ser es consecuencia de un cóctel
de improvisaciones, por las risas
de después, ese después y unas llaves
giradas a tientas por amantes
que se besan y entran
tropezando por la puerta
que da a la oscuridad.
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