Aquí están prohibidos los gatos, pero ellos vienen
sin que pueda evitarlo. En mi corazón no hay
sitio para ellos y ellos se me vuelven arquitectos.
En esta ciudad hay más gatos que ladridos.
Sueño con panteras. Duermo con miradas
y caricias de gato. Se lanzarían sobre mí
si no les importara tan poco. Caminan pianísticamente.
Podrían contarme, si hablaran, todo lo que amo
y no es como yo; pero les gusta el silencio.
En esta ciudad de omnipresentes ladridos
y de melancólicos gatos invisibles.
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