El horizonte de los cuerpos no tiene sentido.
Su noche de amor no busca trascendencia.
La boca que tiene sed de boca no habla
de sí misma, por mucho que los estudios
quieran –y es mucho querer– atar los cabos.
Ni el dolor en la rodilla. Ni la maceta de anís.
La respiración sirve de frontera
a los sueños y yo
salgo de tus palabras
como llego nervioso
a una primera cita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario