Era tu cuerpo el papel, y la distancia
una sábana de tiempo, de días y de horas.
El peso de tus labios la medida, y el olor
penetrante
de tu sudor y tu pelo el alfabeto del mundo.
¿Recuerdas? El tocar cada vez más breve y más
estrecho,
y el viento recitando en la mirada, en la ropa,
una locura a dos.
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