Sobre un laurel de simpatías va la razón.
De lo que enuncia escucha partes y luego olvida.
Partes que quieren ser un todo ciegas de sí.
Vas a mirar un trozo del deseo
pero el deseo fue trozo de un río
pero ese trozo es tu propio padre
que en la mirada excita algún querer
que quizás vuelva.
Quien habla abriga al mundo con un velo de fe
y da al terror azúcar de misterio,
y en un recodo del misterio
ha de topar con la divinidad.
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