Fuertes como los látigos de luz,
que empujan la carrera de los astros.
como un sol, un vacío o un planeta.
Fuerte, con esa misma fuerza mágica
de una historia que siempre nos persigue,
igual que persiguió a nuestros ancestros,
y sigue a nuestros hijos, nuestros héroes.
Tan fuerte esa traviesa de metal
que flota sobre un puente que se hunde.
Como un error, como otros labios
que perdonan si están sabiendo a sangre,
o que olvidan la fuerza de la muerte,
o que beben con fuerza en la pasión
de los vivos tan fuertes como un grito,
como un recuerdo, como un abrazo.
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