De la entrega tenaz filibustero,
dale este envío al norte de la paz
y copia con esmero su soporte:
La tierra ya ha inundado su destino
y nos toca bregar corriente a nado
el fondo y su cretino meditar.
La vertical la toman por descaro
no hay lodo que dragar y los que asoman
son los hijos del raro son de amar.
¿Cómo salvar la escasa superficie
que entre los venideros años pasa
como en otra molicie de senderos?
¿O cómo destejer el fango helado
que dentro, en la garganta, ha de crecer
como un hilo del hado se quebranta?
No te detenga el oro ni la prisa,
ni escuches a las fuerzas, ni el decoro.
Entrégalo en tu risa, cuando ejerzas
el llanto por derecho y el tesón
por occidente, ciego de despecho.
Correo del perdón que me deniego.
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