¿Cómo me garantizas que ese es tu cuerpo
y no el estado meteorológico de tu metabolismo?
¿Cómo me garantizas que intento explicarte a ti
y no a las huellas de tus obras?
En tu memoria soy la ilusión de alguien
que supo comprenderte en un momento
cuando tú eras la ilusión de alguien
que sabía que yo, iluso, pudiera comprenderte.
Así pues, consigas o no convencerme de esto
o lo contrario: déjame llegar
al histórico o futuro puerto de tu cuerpo,
con todas estas dudas de éxito fatal,
de aún más dudosa solución.
Déjame llegar a lo que aún llamo, amor mío,
el terrizo perfume de tu pantera cabello.
Déjame llegar a lo que aún llamo, amor mío,
el manantial no urbanizado de tus labios.
Déjame llegar a lo que aún llamo, amor mío,
unas veces tibio, otras veces frío,
el siempre siempre tacto de tus dedos.
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