Ven a buscarme, aunque sea con
la lengua musitando entre silencios,
aunque sea con la crepitante y cerebral
hoguera de tus sentimientos,
aunque sea con la memoria tentándose
en los dedos, no labios, y sus yemas.
Porque he de encontrarte, aunque sea
con los dientes mordiendo carne o pradera
que lejos de la nieve también será tuya,
con el pecho exhausto no por la distancia
ni por la velocidad, sino por la emoción,
con el arrebato de la desnudez que botón
a botón sin espacio ni tiempo también
será tuya,
aunque sea con el destino fatal de los valientes,
aunque sea con los brazos gloriosos de la juventud.
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