Quien remueve las letras
en busca de la eternidad,
es como el actor que con cosmética
ha de borrar su rostro por otro,
más joven, más viejo, más glorioso,
al acomodo del público.
Hay quien vive las palabras
como amantes que pronto se marcharán
y de los que apenas sabremos
conservar sus recuerdos.
Acabo de barrer el suelo
de mi casa (real o metafórica).
Sabéis que vivo solo.
Lo que he recogido entre estas paredes
son los anticipos al cobro de mi muerte.
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