Lástima, admiración, nostalgia
y auténtica simpatía despertaba
aquel viejo chiflado con sus tímidos
y cariñosos gestos.
Había sido un director tenaz, sus obras
se estudiaban e interpretaban ampliamente,
a veces en secreto, y eran el orgullo
de su nación.
Pero él nada podía recordar, "¿quién?",
ni podía reconocer suya su música, seguirla
tampoco; por más que sin darse cuenta
canturreaba: "¿Yo?"
Y si le volvía algún acceso de cordura,
su tristeza era tan grande, que atentaba
contra su propia condición de vivo. No
podía concebir
que tantos amaran
a aquel viejo loco
con sus chiflados
y cariñosos gestos
que moraba en esa timidez
desmemoriada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario