Cada mañana, en el primer hueco,
voy a hacer una lista de cuanto no es necesario.
No sé qué haré, si sopesar mi imaginación,
si comprobar la finitud de cuantos sustantivos
concretos, verbos predicativos, adjetivos sensoriales.
Vuelvo a empezar. En la primera hora
voy a hacer un hueco para cuanto no es necesario.
No, para anotar el enunciado de cuanto no es necesario.
No, mejor sea una nota mental, no verbal,
una intuición imaginaria inaprensible lógicamente.
Vuelvo a empezar. ¿Acaso tengo claro qué es
la mañana, el hueco del momento, la necesidad, el acto?
Mejor hago como todos: pienso en el bien e intento
salvar el mundo salvándome a mí mismo.
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