EL BIEN
Mucha literatura hay en torno a esta idea, que difícilmente tiene un origen señalable, sino que parece deducirse de algunas otras que luego resultan con frecuencia ser máscaras de otras.
Pensar que el bien no es una ficción es un error. El bien, por este lado, entresija una confusión entre el "ser" y el "deber-ser", dando a pensar que sólo lo que debe ser, es: no ya que lo que es malo no debiera existir; sino que, como es malo, no existe (no debe ser pensado).
Si, para colmo, se considera que el bien es uno, único, indivisible, coherente, inmutable, mal vamos.
Pero aún queda un grado más, sorprendentemente frecuente: afirmar que todo es bueno. Por este otro lado, tenemos que oír que sólo lo útil es bueno, sólo lo bello es bueno, que todo lo útil es bueno, que todo lo bello es bueno y esa caterva de reduccionistas engaños.
Pensar que el bien es más real que el mal parece un capricho. Cuando no,
el bien es la máscara preferida para arrojar el mal (siempre a los
demás), como un paraguas que despidiera lluvia y dijera que se protege
de ella. Pinta, además, un mundo de humedad en blanco y negro, donde sólo uno de los elementos es presencia, sequedad, mientras el otro es ausencia, oscuridad.
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