Una vez arribados a la orilla del imperativo,
dése noticia de los ladrones que construyeron
esa ciudad, la del imperativo, la de la
infusión legislativa, rubricable ternura
que amarre el sueño del futuro a una profundidad
seguramente avalada por decenas de estudios
que tratan sobre un tema tan relevante.
Entonces, déjese quemar los labios
en la tibia palabra que no sabíamos buscar,
déjese quemar en las manos de tanta
ley y tanto miramiento,
perder en la espiral si término que habita
la espalda de una mujer.
dése noticia de los ladrones que construyeron
esa ciudad, la del imperativo, la de la
infusión legislativa, rubricable ternura
que amarre el sueño del futuro a una profundidad
seguramente avalada por decenas de estudios
que tratan sobre un tema tan relevante.
Entonces, déjese quemar los labios
en la tibia palabra que no sabíamos buscar,
déjese quemar en las manos de tanta
ley y tanto miramiento,
perder en la espiral si término que habita
la espalda de una mujer.
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