Tenemos que irnos.
Nuestro tiempo ha sido descifrado,
carece de enigmas. Adivinemos
cuál es el framento falso de nuestra
enunciación, cuál es el sentimiento
escondido en el lógico desarrollo.
Abandonemos sin miedo los plurales,
dejemos las primeras personas sin nostalgia
atrás, del lenguaje,
que cada cosa crea,
que todo lo destruye.
Que ata nuestro amor al movimiento.
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