De nuevo en el río sin salida,
nuevamente en el callejón sin retorno.
El cielo repasa su quietud
de milenios relativos a un instante.
Hacia el último abajo quiere
increíblemente caer el suelo conmigo.
A un lado la confusión y al otro los absurdos.
Fuera, la memoria respira como un rayo.
Dentro, algo acaba sin pulso los escritos.
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