Las ideas suenan bien
en la cabeza de uno; pero, como los sueños,
rápidamente caen
en el absurdo de la enunciación.
¡Y que haya quien se soporte en sus palabras!
No digo ya los actos.
Probablemente, quien sin contemplaciones,
se deja llevar por lo que dice, según tengo
observado, no escucha realmente
el sentido, o su falta,
que despliegan sus ideas en el pretendido mundo.
No digo ya los actos.
Oradores ciegos de criterios ciegos. ¿Qué quieren?
El amor es la firma de la locura.
Qué tipo de documento, eso es otra cosa.
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