Bien
plegado en sus bolsillos
el palimpsesto de ofensas,
salen a pasear, no con sus piernas,
sino con sus palabras.
El precio del desayuno
es la infancia. El sueldo
por este día es la vejez.
Algunos mueren en la tierra
por sus manos antes del almuerzo.
Otros no han dejado de batallar
con miles de cabezas todas
imaginarias. Pero desean, laten,
salen soñando a amar, no con sus piernas
sino con sus palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario