Vivir contigo, siempre, ahí fuera,
porque aquí ni la arena comprende
ni las raíces que aprietan quieren saber
qué idioma es este que somos, qué sintoma
de qué es eso que duele como si fuera
la muerte sin nombre, la vida sin doblez,
en este terrón robado
con el que estoy condenado a escribir
en este cuerpo que es una caja
en la que están encerrados todos los males
excepto la esperanza.
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