No me des lugar,
camino de tus pasos,
péndulo de sombra
de la despedida,
a que el abrazo en su vuelo
recuerde
el adiós,
a que los labios por las palabras
torturados, liberados y escritos,
dejen de leer, ni por un segundo,
ni por un día más, ni un año entero,
ni una vida entre las manos de otros,
que fuimos el beso que no supimos
darnos.
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