Viven al dictado y vivimos
al dictado de aquellos. Queremos
salir porque así se nos dicta, libres
porque grabada la ilusión de libertad
con ella ven los ojos, caminan nuestros pasos.
Afinad, pues, en concierto las persianas,
redoblad las cortinas, las ventanas abridlas.
El viento habla de ciudades futuras.
El calor sabe los amantes que están por llegar.
Ella pasa distraída su mano por mis hombros.
Yo me vuelvo a abrazarla, desde su fragancia,
pero ella ya tiene su pensamiento en otra cosa,
y cómo decirle a su pensamiento ¡vuelve!
si se dirige a algo hermoso que graba en ella
la más perfecta de las caligrafías.
Abridlo todo, que suenen goznes y bisagras,
las llaves preparadas, dispuestos los vuelos.
El sol al atardecer dicta con fuego
y nosotros con fuego somos obedientes.
miércoles, 18 de julio de 2018
Otro atardecer
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