Vivamos después de esta noche una perpetua.
Paseemos juntos por encima del sol,
esa moneda lanzada al azar que aún
se demora en caer y tomar
nuestras amadas
(léase
envidiadas)
decisiones. Que no se harte el matiz
de nuestras rodillas en el fresco
mural de nuestro desamparo, miles,
cientos. Que haya siempre música
que beber, relatos que tocar, vidas,
miles cientos. Y nuestros oídos oigan,
y nuestros ojos vean, cómo otra vez
somos el pienso para el vendaval,
el postre para la brisa, y cómo los colosos
hacen de nosotros y nuestros cuerpos
aventura,
cartografía codificada de los tiempos
y arquitectura y besos.
jueves, 6 de septiembre de 2018
Contemptus mundi IX
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2 comentarios:
Buen poema, amigo mío, lo que has puesto entre paréntesis es de antología.
Salud
Francesc Cornadó
Gracias, Francesc,
pero ya ves que el mérito no es mío, sino de Catulo y Salomón.
Con todo, voy a poner el poema en un marco más estable, en tu honor.
(Nueva pestaña: "Lectura")
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