El tiempo huyó y, en su lugar,
ha quedado un no saber
lo que medimos. El tiempo
trabajó un día, dio señales,
luego salió en busca
de un merecido descanso.
Y aquí tantos adentros.
Aquí tantos esfuerzos.
El tiempo huyó y, ahora,
como los dioses, no puede
ser nombrado (vaya a ser
que vuelva y aparezca).
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