Yerra, quien,
por inmodesta ignorancia, pone
vacío, suerte o divinidad
en cuanto no conoce.
En el espacio de ese concreto
no saber se cuecen sin parar
de remover los grumos del error.
Y si el tiempo, que coloca
su inmodesta decisión, sitúa
junto a los cuerpos deseo
y esperanza, yerra.
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