Alma, repudiada por el látigo de la religión,
desprestigiada por el culto a la persona,
te has escondido sobre el bisturí simpático de la fantasía,
has diluido tu relato en el comercio de los datos.
Yo he de nombrarte con nuevas palabras, y te amaré
por encima de todas las que los hombres consideran que son cosas.
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