Pero hace tiempo que se fueron los atardeceres largos. Y ahora la ciudad emana anaranjadas y verdosas burbujas, como setas gigantes, desde cada una de sus irrigadas calles. Y yo me diría una espora de sombra. Y mis vecinos, a los que oigo igualmente resguardarse del frío, sé que han olvidado seguir atentos a las estrellas. Pero no eternamente.
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Pero hace tiempo que se fueron los atardeceres largos. Y ahora la ciudad emana anaranjadas y verdosas burbujas, como setas gigantes, desde cada una de sus irrigadas calles. Y yo me diría una espora de sombra. Y mis vecinos, a los que oigo igualmente resguardarse del frío, sé que han olvidado seguir atentos a las estrellas. Pero no eternamente.
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