El daño indicado sin más contenido.
Puede ser hambre, puede ser frío o presión.
Todo lo más algún exceso destructivo.
Pero intentemos no designarlo. Sólo indicado.
Deberíamos considerar –a posteriori estamos-
ese índice como un bien. Dolor lo llaman,
no su causa, ni su efecto, el índice mismo
sea cual sea su denominación. Garantía
mínima de continuidad. Puro índice.
Pero consideramos un bien no al índice,
sino al alivio del síntoma y luego
lo corroboramos con la experiencia.
Esto es un error o un juicio desplazado,
y conlleva a considerar que no todo
alivio es bueno ni todo dolor es malo;
juicio habilitador de una gran confusión.
Esto sucede así porque el sujeto carece
de un yo sobre el que considerar continuidad.
La construcción del yo se establece sobre el alivio,
agentes, objetos y demás consecuencias.
El yo construido es una prolongación lógica
de la estructura de alivios,
no mira como debiera su estructura de síntomas.
El síntoma, el índice de un daño, se mira
como ajeno al sujeto, en la media que es
designado en función del alivio que se le hace corresponder.
La función puede ser confundida por la lógica y la experiencia.
Si el sujeto es construido también por esta lógica y experiencia,
nuevas necesidades de continuidad implicarían nuevos índices,
interpretados como viejos o nuevos síntomas, y así sucesivamente.
El sujeto real (en el momento, actual) está hiperconstruido
en algún punto de cualquier generación posible.
Indicando (activo, indicante) sus propios riesgos
de destrucción (algún exceso destructivo)
pero sintomatizando (pasivo, sintomatizado por) alivios,
y se situará en este último lado, por más
que el alivio sea tanto propio como ajeno.
Dado que el sujeto está hiperconstruido, el mundo
sintomático da acceso a los índices de otro
a través del variado repertorio funcional de alivios
y síntomas. Si un otro aparece, un nuevo grado de recursividad
puede "indicar al sujeto": habría un síntoma
destinado a algo distinto al yo.
En esta nueva hiperconstrucción, el bien se
puede desvincular del alivio y recuperar su
posición exclusivamente como índice, primero vinculado
a alguna satisfacción, pero finalmente como índice exclusivamente
y no necesariamente de un daño.
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