Bien. En primer lugar yo huiría
de los extremos revolucionarios; pero eso
yo, cuidado: la moral con no creérsela
es suficiente, no hay por qué
imponerle nuestro escepticismo a ningún otro.
Hablar lo más explícitamente posible, y a ser
posible con ironía, avisando.
Y a los que me conocen de veras les diré aún más:
cuando quieran, quieran en verso,
que la prosa se nos escapa a todos de las manos.
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