Te atreverás a no pintar de noche en los muros
de las esbeltas viviendas respetables.
Te atreverás a no tallar con finura oriental
el asa de los muebles tan novedosamente útiles.
Te atreverás a dejar mi cuerpo de lado
como esas palabras por miedo que estrangulen
–según los manuales de primeros auxilios
que toda persona nece nece necesita–
con renovada valentía ahora que conoces
qué es arte y qué es espacio de amor
el corazón la filigrana el ojo y la
¡herida, por Dios, La Herida!
a transigir en silencio
por respeto a la ignorancia
–hermosa belleza ignorante–
y a lo que aún ha de estar muerto.
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