Eras tú quien interrumpías el absurdo del mundo.
Tu piel, ese paréntesis en que encerrabas la verdad.
Tus palabras sin voz. Tu fuerza libre de espacio.
Eras tú, estés donde estés, sea quien sea
el trocito de absurdo que disfruta de ti,
grieta maravillosa, que me mantiene
extraño de mí, para todo, intentando
nombrarte.
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