miércoles, 25 de junio de 2014

Plan de fuga XII

En nuestras últimas conversaciones, el confidente habla con sus equívocos de siempre. Pero yo quiero imaginar que ya no es el mismo. A veces noto los silencios más espesos que antes, como si esos silencios fueran un espacio común al que ambos hemos llegado. Allí quiero vislumbrar a través de su respiración, de su sudor, de su cambio de postura. Tal vez él espera verme en mi respiración, en mi espera, en el objeto que muevo. Tal vez no, seguro. Sí. Mientras hablamos nuestros equívocos aprendidos, y los equívocos nuevos. Escuchamos nuestros desvaríos atentamente, como para confirmar que ambos hemos llegado allí, a ese mismo lugar que creemos confirmar con nuestros espesos silencios. Pero no nos queda otra que seguir hablando, con nuestro equívoco lenguaje; porque ni la respiración ni los objetos dicen nada claramente.

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