Pronto descubrieron que aquella no era una mina cualquiera. Ingenuamente llamaron a técnicos cercanos para aclarar el suceso; así perdieron la exclusividad. Amantes de las investigaciones, desplegaron sus esquemas para controlar la nueva mina que se proyectaba. Explicaron lo suficiente a los trabajadores. Dieron directrices claras a los dirigentes. Al resto de la población mantenían escrupulosamente desinformados. Según la función que cumplieran en la mina, así era su nivel de conocimiento de la mina real; aunque todos creían saber qué hacía tan especial a aquella entre otras. Pero la doble vida era difícil de sostener. Volvían a sus casas y tenían que contener la intimidad familiar. Entre compañeros de distinto nivel proliferaban desencuentros nos siempre velados. Fue muy difícil saber qué se estaba trabajando realmente.
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