Has averiguado ya el pulso afilado
que abrió mi pecho y separó
palmeras de costillas goteantes
y rebanó pulmones y esparció miembros
y me escondió por trozos antes de los mapas
y antes de los relatos que encandilan como lámparas
por recónditos al azar de la geografía y de la historia.
Y yo no podía decirte nada porque era trozo de lengua,
trozo de aliento, trozo
de deseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario