lunes, 27 de abril de 2015

Fe

Había decidido no quitarte
la ropa, pero ahora
que mis manos indagan
bajo tu camiseta un simple gesto
basta para descubrir la poderosa
matemática de tus pechos,
el espacio encabalgado que asciende
cuello, barbilla, labio, labio,
y todavía
cruje la tela antes de escapar
eléctrica de tu piel y los rebeldes
brazos.

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