Sobre cimientos de miedo, tus brazos son de hierro.
Una montaña cruje y tu dolor separa por códices
cada uno de los instrumentos humanos. Loco
de mineral locura, ingiero el veneno de cuanto
miraste en la última noche sobre la tierra húmeda,
en la cita con el placer y la sinceridad,
en el hermoso mausoleo de nuestros cuerpos.
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