Las últimas investigaciones desestiman
la influencia de la luz en nuestros actos.
Si te beso, no es porque alguna vez viera
en los labios de alguien un beso. Tampoco
confían los sabios de todas las épocas
en que el lenguaje sea motor del acto,
como tampoco imagen de los objetos.
Insinúan (a mi entender) que nunca nadie
ha besado
hasta que te besé. Nunca te besé
hasta que alguna vez te bese.
Y ese acto,
nunca visto por nadie, porque la luz nace del beso,
nunca contado por nadie, porque la voz nace del beso,
es el que dará origen a la ciencia de los actos.
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