El pensamiento todo el día ronroneando,
como una lluvia que no sabe el camino
del viento ni del suelo y ahora
llamo con mis nudillos que son palabras
aporreo las puertas inmensas y nadie abre
ni responde. No sé. ¿Por qué no me deja?
Tal vez ya te escriba y no me dé cuenta.
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