Esta es la demagogia del cuerpo:
que desconoce si ha sido así o de otra
manera turbiamente pintada;
que escoge la tendencia que el azar le insinúa,
vestida de alimento, residuo o casa;
que anda por ahí proponiendo estructuras,
deseos, modas, catálogos, enfermedades.
Esta es la demagogia del cuerpo:
si la boca se te deshace, sueña y analíza-
me con la yema de tus dedos;
si las manos anudan sus sí mismos imposibles,
ve tejiéndome caminos con tus piernas;
si el hueso es el imperio del cansancio,
báilame con la epopeya de tus ojos;
y si allí repican las lágrimas y el sopor,
léeme con tu sexo infalible; y falto el sexo
inúndame a recuerdos contigo certeros o inventados.
Esta es la demagogia del cuerpo,
que dice yo aquí y tú allá, uno antes otro
después, con todos esos países que se llaman
tu origen, con todos esos idiomas en que expresas
mil dudas, con todo ese calor de viaje frustrado,
muy detrás, tras el barrizal de la esperanza,
muy detras, tras el biombo de todo
lo que nos dijimos.
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