Esta pantanosa burbuja de chispas,
que rezuma espasmos y se pincha ideas,
firma con deseo la tierra, la culpa.
La música puede permitirse el lujo
de abonar los músculos enchidos de orgullo
para que practiquen la sangre y el tiempo.
Si ciego te miro, si vegetativo
te ingiero y te abrazo, te espero y te sigo,
sigo este relato de miedo y olvido.
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