Ni el discurso o la herida de los monstruos,
ni la idea ni el reino de los muertos,
ni la cama erigida
en la raíz del árbol,
ni el rencor de los dioses
ni el favor de los brazos,
ni un día ni una noche ni un poema
escrito por error entre tus sábanas,
ni el campo ni los puertos ni la guerra,
ni el hueco en que tejías tu esperanza.
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