Érase un momento de destrucción, pero quién sabe.
Hefesto en el Etna ordena a los cíclopes agotados.
Desde Faro aún molestan las cenizas de la Biblioteca.
Gregorio apuntilla las calendas del suelo de Roma.
Las hordas extienden un paréntesis en la estepa sin nombre.
Percy, Mary, Byron, el frío, el hombre y Napoleón.
El Atlas tira del nudo entre emigrantes y turistas
con las columnas
de Hércules. Pronto
Andrómeda dará por concluido su tango con esta
mancha de leche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario