La estrategia era sentir las olas.
Que el movimiento pareciera arte
de magia para el que no sabe lo nuestro.
La estrategia era alejarse del mar
para que nadie pudiera sospechar
que ese es el texto escrito
en el que cualquiera
podría leer el secreto de nuestra inteligencia,
el ritmo del amor hacia el futuro
y la bofetada inicial que nos despertó.
Nadie más que nosotros que compartimos
la misma sal, el mismo naufragio,
en nuestros besos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario