Hoy han conseguido que me ponga como tarea:
a) imaginar un mundo en el que pereza
y economía valgan como sinónimos.
b) pensar seriamente sobre la ley del mínimo esfuerzo
como generatriz de un mundo desplegable en un idioma.
Creo,
con la más profunda convicción de mi raíz emocional,
que de ningún modo hoy podría conseguirlo,
y he decidido
postergar esta tarea en los sucesivos mañanas
que me esperan, con paciencia y dedicación, para
alimentar los sucesivos mañanas que me imagino,
suspicaz y obediente, en los sucesivos mañanas
que me explicaron que existirían.
domingo, 16 de abril de 2017
Remar
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