Arribaba de sala en sala, de brazo en brazo,
de plato en plato, de latido en latido.
Ahora con deseo, ahora con hambre, ahora
con ambición. A merced de los caprichos
y el viento.
Protegida por el arte y escuchando
las quejas, las súplicas, las recriminaciones,
como si fuera un gobierno, un país,
una nación, una isla.
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