Traicioneros nudillos.
Antiguo golpeteo de los dedos.
Entrenado bastón en duelo de gimnastas.
Sé que miráis con envidia los astros.
Ellos mantienen su gráfico canto.
Cielos y pausas, terrenos y sombras.
Hombres, palabras que hieren las cosas.
Esta mano en que validas
mil ideas que se traban
teje estrellas arrecidas
que se acaban.
¡Vuela,
que tus dedos no sepan
quién se queda!
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