Los objetos no son islas
—decían—, están puestos en función.
Un lugar en la estructura ocupado
por un momento atado al tiempo
o al significado.
Pero aquí y allá esto o aquello.
Esta rama no conoce nuestro paseo.
Este arroyo no conoce tu boca, ni tu boca tu sed.
Las tardes con tu cuerpo se emborronan
entre la memoria y las palabras que sí que son cuerpo.
Antes de llegar no se imaginan y al poco
de irse ya se han olvidado. Y nuestros besos
qué tienen que ver con el relato de nuestros besos.
Sí, los objetos son islas.
Y el viaje a los objetos es otra isla.
jueves, 17 de mayo de 2018
Tratado de los cuerpos
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