No mires, si no abandonan, se beben,
prisioneros en los muros de su mutua intimidad.
Han de caer los sillares del tiempo sin miradas.
Sin envidias ni sol guerra y lujuria. Porque
quieren
-tras la respiración que los separa-
saber
para el otro, aviso de delicias, nudo
hambriento de noches y de días
en la apretada celda de sus bocas.
Si el tiempo celoso, el lenguaje despechado.
Atraviesan su reja de tacto caliente.
Se miran en un espejo de besos
ahogados en el río de los cuerpos.
sábado, 3 de noviembre de 2018
Omnia vincit amor
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