Trenzaba la oscuridad que se desliza
aún entre sus dedos hábiles de amar.
Cuanto hay vertical no dará tregua,
eso decían cuando iba por ahí preguntando.
Pero no te fíes, porque las obsesiones no son sinceras.
Atestaban ante mis ojos las calles víctimas
de la opinión, testificarán tranquilamente.
Su aroma y su perfil robado desde siempre
a la ceguera sin piedad de un nombre.
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