Dormiría disuelto en tu cuerpo
si tuvieras la paciencia de mi aburrido seguir.
Podría probar un hueso de tus dedos
y dejarme allí un ojo o media boca
y tú destejerías el discurso de muerte
que tan continuado.
La caricia o pestaña entre el ombligo el azul
del antiguo jarrón sobre la vieja repisa
que el gato ni siquiera llegara a rozar
con mi lógica revisaría sin los automatismos
que en el goce del tiempo no llega
al final.
Sabes que yo entonces grulla en tu sexo
del invierno dictado sin fisuras
en el manuscrito de así debe ser dicho
gime cuando en este punto sensual licuado
perfectamente en tu recitado sobre la belleza
si descolocas de aquí y ocurren cosas
desmigado el mantel de orgullo desvelado
de ti.
Algo evita el movimiento.
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